Antes de volver a nuestras urnas vamos a seguir observando el fondo marino, a la espera de la llegada de la primavera y un ascenso de las temperaturas que nos permitan volver a sumergirnos, algo que observando los termómetros de este enero, tiene pinta de que va a ser más pronto que tarde.
En esta ocasión vamos a deleitarnos con otro de los animales que podemos ver con suma facilidad en nuestras costas, la anémona común u ortiguilla de mar.
Se trata de una de las anémonas más comunes del mediterráneo junto con el tomate de mar o actinia equina, y se puede ver con facilidad en fondos rocosos. Es una especie muy bonita de observar, ya que alcanza un tamaño bastante grande, con un espectacular rosetón de tentáculos que se mueven con el oleaje de manera hipnótica.
Aunque es cierto que, como la mayoría de las especies mediterráneas, no posee ni el colorido ni la espectacularidad de otras especies tropicales, no deja de ser muy hermosa a mi parecer, y que queda espectacular en una urna, ya que las lámparas led, con su mezcla de frecuencias, resaltan mucho el final violeta de sus tentáculos. De hecho, un colega me trajo una pequeñita un día que fueron a la playa, y la tuve en mi nano de 30 L allá por el 2017 / 2018, antes de que el verano lo destrozara todo.
Como curiosidad, hay que decir que la ortiga de mar se come en algunas zonas costeras de España, sobre todo en el sur, lo que ha hecho que sus poblaciones mermaran de manera alarmante en algunas zonas, por la sobrepesca. Os dejo aquí un artículo de prensa que habla sobre ello.
En resumen, que tenemos que valorar la belleza de los habitantes de nuestros litorales y proteger sus poblaciones, ya que nuestras costas ya soportan una extenuante presión causada por el turismo de masas, que pone en jaque a muchas de las especies que viven en sus aguas. De ahí la importancia de las iniciativas gubernamentales para su preservación, así como del buen hacer de los bañistas y aficionados al mar en general.
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