Lo común al iniciarse en el mundo de la acuariofilia es montar un acuario comunitario que generalmente no pasa de los 100 litros. Posteriormente, o te enganchas a esta maravillosa afición, o acabas desmontando el acuario a los pocos meses.
Entre los primeros, en muchos casos, te surge la idea de aumentar capacidad o cantidad de acuarios y, en muchas ocasiones, iniciarte en nuevos biotopos. En mi caso, esto ocurrió con los espectaculares cíclidos del lago Malawi. Tras ver uno de los acuarios de un amigo, me quedé enamorado de estos vistosos y coloridos cíclidos, de su frenesí sin igual en el acuario, su comportamiento territorial, etc. Ese día, en 2010, decidí que iba a montar mi primer Malawi.
Los cíclidos de Malawi son peces resistentes, que alcanzan un buen tamaño en la mayoría de las ocasiones y que tienen un comportamiento que no deja a nadie indiferente. Además, es un biotopo muy fácil de recrear y agradecido de mantener.
Los parámetros del lago Malawi son: Ph 7.5 - 8.5, Gh 8º - 20º y T 24ºC - 28ºC. Condiciones sencillas de recrear con el agua del propio grifo en muchas comunidades autónomas. En la zona de Barcelona que recibe aguas del Ter, prácticamente son los valores que se obtienen al analizar el agua corriente.
Tampoco hay que obsesionarse con los parámetros a no ser que uno vaya a comprar peces de origen salvaje o que sean F1 o F2. En muchas ocasiones, estos peces provienen de criadores en Europa o países asiáticos en los que no tenemos ni idea de en qué condiciones los mantienen. Muchos de mis cíclidos africanos son catalanes, pues vienen de intercambios con otros aficionados y es muy posible que haga un porrón de generaciones que salieron del lago y nunca han vuelto a él por vacaciones, así que no hay que ser tremendistas.
Lo más adecuado es mantenerlos en un acuario de 200 litros como mínimo, con bastante roca calcárea (barata y fácil de conseguir) para que puedan tener sus "cuevas" y delimitar sus territorios. Otra de las cosas más importantes es la filtración, que deberá ser mínimo el triple del volumen del acuario, ya que nos unos peces muy activos y que degradan bastante las condiciones del agua.
Pero como dicen los gallegos: estos bueyes tenemos y con estos bueyes araremos! Así que mi primera aventura con estos pendencieros fue un acuario de 120 L con un filtro interno que posteriormente cambié por un eheim 2013.
La rocalla la cogí del Garraf, una zona cercana a Barcelona donde hay mucha piedra caliza de formas bastante bonitas. Las tuve un día en agua con lejía y luego las aclaré muy bien, dejándolas en remojo un día entero cambiando agua.
La idea de la estructura hasta el techo no fue buena del todo, ya que son bastante burrotes y aunque parezca imposible lograban tirar alguna de las piedras más altas y menos pesadas, con el consiguiente peligro de roturas. Es importante apoyar la base de cualquier estructura en el suelo, ya que empezarán a excavar y si no está muy bien asentada pueden derrumbarla.
Otro de los problemas es que por aquellos tiempos no había la cantidad de tiendas especializadas en cíclidos africanos que hay en la actualidad, por lo que encontrar ejemplares no era tarea fácil. Imposible ya buscar parejas o ratios y especies muy complicadas: Zebras, Socolofis, Caeruleus, Melanochromis y poco más era lo que podías encontrar con cierta facilidad.
Este ejemplar de Pseudotropheus zebra (por aquellos entonces cualquier pez con rayas era un zebra y punto) se convirtió rápidamente en el capo del acuario, y el agujero al lado del tronco su cuartel general.
Mi primera experiencia con Malawi tuvo un trágico final. Durante un verano, cuando los acuarios en Barcelona alcanza fácilmente los 30 grados o más y no da tregua ni la noche en la bajada de temperaturas, ocurrió el desastre. El filtro se me estropeó y se paró. Como un primo mío venía cada 2 o 3 días a darles de comer, los peces estuvieron sin filtración 48 horas. Unido a que hacía más de dos semanas que no cambiaba el agua al estar fuera, el resultado fue pura hecatombe: todos los peces panza arriba!!!
La verdad es que el disgusto fue terrible, pero ya estaba en mi interior el virus de Malawi, por lo que esta no fue mi única experiencia con estos magníficos peces.
Pero como dicen los gallegos: estos bueyes tenemos y con estos bueyes araremos! Así que mi primera aventura con estos pendencieros fue un acuario de 120 L con un filtro interno que posteriormente cambié por un eheim 2013.
La rocalla la cogí del Garraf, una zona cercana a Barcelona donde hay mucha piedra caliza de formas bastante bonitas. Las tuve un día en agua con lejía y luego las aclaré muy bien, dejándolas en remojo un día entero cambiando agua.
La idea de la estructura hasta el techo no fue buena del todo, ya que son bastante burrotes y aunque parezca imposible lograban tirar alguna de las piedras más altas y menos pesadas, con el consiguiente peligro de roturas. Es importante apoyar la base de cualquier estructura en el suelo, ya que empezarán a excavar y si no está muy bien asentada pueden derrumbarla.
Otro de los problemas es que por aquellos tiempos no había la cantidad de tiendas especializadas en cíclidos africanos que hay en la actualidad, por lo que encontrar ejemplares no era tarea fácil. Imposible ya buscar parejas o ratios y especies muy complicadas: Zebras, Socolofis, Caeruleus, Melanochromis y poco más era lo que podías encontrar con cierta facilidad.
Este ejemplar de Pseudotropheus zebra (por aquellos entonces cualquier pez con rayas era un zebra y punto) se convirtió rápidamente en el capo del acuario, y el agujero al lado del tronco su cuartel general.
Mi primera experiencia con Malawi tuvo un trágico final. Durante un verano, cuando los acuarios en Barcelona alcanza fácilmente los 30 grados o más y no da tregua ni la noche en la bajada de temperaturas, ocurrió el desastre. El filtro se me estropeó y se paró. Como un primo mío venía cada 2 o 3 días a darles de comer, los peces estuvieron sin filtración 48 horas. Unido a que hacía más de dos semanas que no cambiaba el agua al estar fuera, el resultado fue pura hecatombe: todos los peces panza arriba!!!
La verdad es que el disgusto fue terrible, pero ya estaba en mi interior el virus de Malawi, por lo que esta no fue mi única experiencia con estos magníficos peces.
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